Los pulmones es el órgano del ser
troglodítico que respira y por tanto está condicionado al medio-ambiente
donde se encuentra ya que es donde reside el aire que inspira. Así, en este
ámbito nos centramos en la relación entre las casas cueva y el medio en
el cual se insertan; unas casas que se caracterizan por tener un funcionamiento
y una adaptación respetuosa hacia el medio, siendo la sostenibilidad
uno de sus puntos fuertes. De esta forma, se entiende que la construcción y el
funcionamiento de las casas cueva y su relación con el medio-ambiente constituye
la base para que los pulmones del ser troglodítico posean un buen aire para
respirar y funcionar.
La vivienda troglodítica:
funcionamiento y uso
A lo largo de la Historia, la población
ha ido adaptándose a su entorno, desarrollando su propio modo de vida a partir
de la utilización de las diferentes potencialidades que el medio le ofrecía para la satisfacción de sus necesidades. De
este modo, los grupos de población aprovechaban las condiciones naturales de su
medio ambiente para poder construir o habilitar su vivienda, en este caso la
vivienda troglodita. De esta forma, las casas cueva se han convertido en uno
tipo de construcción popular y un elemento destacable del paisaje rural,
reflejo y parte de la tradición cultural de sus moradores.
Normalmente este tipo de vivienda ha
sido el resultado del conocimiento arquitectónico intuitivo de la población que
la habitaba en los diferentes momentos. Así, las construcciones trogloditas no
han estado mayoritariamente concebidas y construidas por profesionales de la
arquitectura, sino que su construcción se ha llevado a cabo por parte de los
propios trogloditas que habitaban aquella vivienda y con la ayuda de sus
familiares o vecinos.
Con el paso del tiempo, las
construcciones troglodíticas se han ido reduciendo en número a la vez que su
estructura originaria se ha modificado para adaptarse a los nuevos
requerimientos de la población como fue a lo largo del siglo XX la instalación
de la electricidad o el agua corriente.
Hoy en día el aspecto interior de una casa-cueva no se desvía del de una
vivienda convencional, ya que disponen de las mismas instalaciones como el
lavabo, la cocina y el desagüe. No obstante, la gran particularidad de estas
casas cueva a diferencia de la del ámbito urbano, es su adaptación en todos sus
aspectos, al medio geográfico.
Sostenibilidad y recursos
económicos de las casas-cueva
En las casas cueva destaca la capacidad
isotérmica que presentan, especialmente útil en zonas donde los contrastes de
invierno y verano son más acentuados como las áreas de montaña o zonas interiores.
Estas características y ventajas isotérmicas, no solo han sido aprovechadas
para utilizar las cuevas como vivienda sino que también han sido aprovechadas
para otras funciones como son la maduración y curación de quesos o para
albergar bodegas para el vino.
Normalmente, las casas cuevas se
encuentran orientadas hacia el Sur, para aprovechar mejor la luz del sol, y
también son comunes las orientaciones de las entradas hacia el naciente, para
permitir la iluminación en el interior y unas mejores condiciones climáticas.
Refiriéndonos en la construcción de la
casa-cueva, esta requiere pocos materiales industriales, ya que la mayor parte
consisten en la propia tierra y, en general, su construcción se adapta al
paisaje generando muy poco impacto ambiental. Además, el hecho que en interior
de la vivienda se mantenga una temperatura constante a lo largo del año, hace
prescindible el uso de aires acondicionados o calefacción. Así pues, vivir en
una casa-cueva es vivir en la tierra dañándola lo mínimo posible.
Por otro lado, económicamente la
casa-cueva no supone un gasto hipotecario, requiere poco presupuesto de
construcción y no genera muchos gastos habitarla. Además, las casas-cueva son
duraderas y poco a poco están volviendo a ser una opción de hábitat en auge.